#27 Los apodos en #ComPol
Milei copia el manual de Trump y demuestra que en el siglo XXI "el que nomina, domina"
Hola, ¿cómo estás? espero que muy bien.
Pasaron casi dos meses desde el último post, pero acá estamos.
A veces por falta de tiempo, otras por falta de temas o de inspiración, se fueron pasando los días.
Hasta hoy, que reaparecieron las ganas, el interés por un asunto y el espacio para poder hacerlo.
1. El apodo como recurso de narrativa política
El disparador fue un acto de Milei en La Plata, en el que se despachó con una catarata de agravios, improperios e insultos a opositores.
Nada nuevo bajo el sol.
Pero lo que sí me interesó profundizar fue esa costumbre del primer mandatario argentino de agraviar a todo aquel que no se somete a sus designios y, a la vez, relacionarlo con otros ejemplos locales e internacionales.
En este caso, se refirió al gobernador Axel Kicillof como “bruto”, “pelotudo” pero el que más llamó mi atención fue otro.
Más allá de lo grotesco del término, lo que me interesó fue su novedad.
Antes, al ex ministro de economía, lo tildaba de “comunista” y en los entornos libertarios lo catalogaban como “el soviético” pero esta vez Milei le dijo “pichón de Stalin”.
No voy a detenerme en las posibles razones de este embate, sino que me interesa adentrarme en cómo marca una nueva similitud (aunque bien podría decirse copia) del modus operandi de Donald Trump.
2. Del ingenio a la crueldad
En el primer cuarto del SXXI había una sola persona capaz de instalar apodos y sobrenombres en la conversación política argentina: Jorge “el turco” Asís.
Un distinto. Ecléctico, ácido, soberbio, brillante, irónico, etc.
Su pasado como periodista, literato, funcionario menemista, embajador ante la nada, forjaron una mente con gran lucidez para la narrativa política.
Así fue que Néstor Kirchner se convirtió en “el furia”; Cristina en “la doctora”; Macri en “el angel exterminador” y Patricia Bullrich en “la montonera del bien”.
Más acá en el tiempo, Asís bautizó a Milei como “el psiquiátrico” y a su hermana como “la tarotista iluminada”.
Una práctica que combina ironía, estilo, metáfora y/o humor.
3. Trump: el branding del apodo
Con menor decoro y perspicacia pero infinito más poder, Trump hizo lo propio durante su primera presidencia.
Así nació “crooked Hillary”, “low energy Jeb” (a Jeb Bush), “watermelon head” (a Adam Schiff) o, mi favorito, “little rocket man” (al líder norcoreano Kim Jong Un). También elucubró varios con la fórmula “Low IQ…” y su nombre de pila. Lo ha usado para opositores y periodistas.
Ya en campaña 2024, volvió a las andadas con un clásico: “Sleepy Joe”.
Trump entendió que, en la batalla por el sentido, un apodo bien puesto puede hacer más daño (o más efecto) que mil discursos.
Milei no hace más que repetir, al pie de la letra, la misma estrategia.
“Pichón de Stalin” es apenas la última incorporación a un catálogo que ya incluye “econochantas” (para los consultores que plantean dudas sobre su programa económico), “ensobrados” (para los periodistas que no le rinden pleitesía), “juntos por el cargo” (para JxC previo balotaje 2023) o “Lali depósito” (para la cantante Lali Espósito).
Además, en los últimos meses, ha ahondado en las descalificaciones con referencia a falta de IQ de parte de quienes lo critican.
100% copiado de Trump (“low IQ war hawk”, “low IQ crazy Mika”, etc.).
4. Caricaturización como medio de dominación simbólica
Pierre Bourdieu decía “el que nomina, domina” para exponer que las palabras no son inocentes, menos aún en política.
Por eso están de moda los apodos y epítetos, quienes los promueven lo saben: más allá de alguna pátina humorística que puedan cargar por decir lo indecible, por algún ribete lingüístico o por llevar al extremo una posición, no son meramente descriptivos. Clasifican, ordenan, jerarquizan.
Y al hacerlo, muchas veces terminan inclinando la balanza en el sentido común.
Los apodos son, entonces, formas de instalar una idea, marcar agenda y -sobre todo- caricaturizar a los opositores, deformar la construcción de imagen pública que cada de uno ellos intenta proyectar.
No importa si el epíteto se corresponde con la realidad, si es justo o razonable: si el apodo “prende”, no hay con qué darle.
Lo que parece un exabrupto, en realidad está fríamente calculado: no busca convencer, sino encuadrar. No pretende argumentar, sino simplificar.
En un mundo sobresaturado de mensajes, el nickname burlón tiene todas las de ganar. Condensa síntesis, humor, ridiculización o incluso, violencia. Todo muy acorde a la época.
Y como la comunicación política se parece al boxeo -el que pega primero, pega dos veces- los apodos, por su velocidad, contundencia y capacidad de propagación, parecen ser un buen vehículo para dar ese primer golpe en la pelea por el sentido.
5. Extras
Comparto algunas cositas que vi en estos días y me gustaron:
Toda la campaña de Zohran Mamdani en NY. La estética de su web, la claridad para dar a conocer sus propuestas y sus spots que combinan planteo del problema - exposición de propuestas, con un extra de humor y frescura.
PD: Siguiendo con el tema del post: al conocer su triunfo en las primarias demócratas de NY, Trump catalogó a Mamdani como “100% communist lunatic”.
Salió el Digital news report 2025. Acá pueden ver el resumen ejecutivo y acá una nota del docente/investigador Martín Becerra sobre el tema.
Asociado al punto 3, no puedo dejar de invitarte a leer el posteo n°25 ¿Estamos midiendo correctamente? donde comparto algunos argumentos de especialistas que me ayudaron a leer los informes de DNR de forma no -tan- lineal.
Más de Mamdani: en su primera entrevista nacional post triunfo, una periodista le preguntó si temía que quienes financiaron a su rival, Andre Cuomo, fuesen a apoyar al actual alcalde Eric Adams, que se presentará como candidato independiente. Y Mamdani, muy tranquilo, respondió: “I think thats is possible. I also think that we have found exactly the way to defeat organized money, which is organized people”.
6. Conversación continua
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Es buenísimo lo de Mamdani. Su historia, su lectura electoral, su pasado rapero, todo jaj.
Excelente episodio. Siempre valoré la potencia del acto y la habilidad cuasi artística de colocar apodos (me refiero a los que lo hacen con maestría, no a Milei que tiene la retórica de un chico de primaria...).
Quien domine los memes, dominará el mundo...
PD: Qué tipazo Zohran... no tengo idea de su plataforma ni su carrera, pero me comería un asado con él! XD